Cuando revuelvo el arcón de mis recuerdos buscando mi primer contacto con el arte marcial, no puedo evitar situarme en las tardes incendiadas de mi infancia, cuando en los pasillos de la villa 1-11-14 pregonaba mi oferta de revistas husadas, porque fue a raíz de esta tarea que un día llegó a mis manos un número de la revista MECÁNICA POPULAR y ojeando sus páginas gastadas me topé con un artículo que versaba sobre el arte marcial, más específicamente sobre un CINTURÓN NEGRO DE KARATE cuya figura ocupaba el centro de la nota, la que concluía diciendo: “en guardia para UN COMBATE QUE TALVEZ NUNCA SALDRÁ!!!”.
Hasta ese momento nunca había leído,escuchado o hablado del tema, es más creo que desconocía totalmente lo referente a esta actividad, sin embargo a través de esas líneas llego a mi corazón desde el insondable abismo de los siglos el grito herido del SAMURAI, despertando una pasión QUE NO MORIRÍA JAMÁS!!!
Sentí en ese momento y siento hoy la fuerza revolucionaria que anida en el alma esotérica del arte marcial y con amor, entrega y dedicación me dedique a cultivar las formas físicas de ese incontenible rió espiritual, no pasó mucho tiempo para que tomara en cuenta que muchas de estas formas contradecían el orden natural y que salvo en practicantes con aptitudes excepcionales las mismas no solo eran inaplicables al combate real sino que colocaban al estudiante en un estado de indefensión casi total.
Poseído por la mágica liturgia del arte marcial sobrellevé el desencanto y por largos años fui cultor apasionado de lo torpe grosero, inútil y antinatural, consciente, ¡¡muy consciente!! Que mi barca de ilusiones no soportaría el primer embate en el tempestuoso mar de la realidad.
Este conflicto se agudizó en mi mente y mi corazón al inicio de mi tarea como instructor, cuando en el alba de la década del 70´ los ojos negros de la noche miraban asombrados a los más de cien alumnos que en la intemperie de Parque Chacabuco me seguían con pasión y convicción, estos esperaban de mi no solo la transformación espiritual sino también aprender a pelear.
Fue en esa instancia desesperada …que mis labios aun vírgenes de fe conocieran el beso de la plegaria, pues mi acción era una invocación rogando al señor de todas las batallas me inspirara para guiarlos por las sendas de la realidad, SIN CONTRADECIR EL ORDEN NATURAL!!, SIN MANIATAR EL INSTINTO!!, SIN VENDARLES LOS OJOS ANTE LA VERDAD!!, pues si bien en esa época en el arte marcial la expresión física es solo el vehículo para el despertar espiritual, no tenía porque esta expresión ser inútil, inviable e irreal.
El practicante no debía asimilar o incorporar sino despertar, desarrollar y potenciar, mi función como instructor se limitaba entonces y se limita en la actualidad acompañar esa evolución, pues está en cada ser el secreto del arte marcial, ningún “maestro” con arrogancia ancestral podría reemplazar a Dios y alterar el orden natural.
Surgió entonces al igual que ahora un interrogante que vale aclarar: ¿Por qué si tanto me afanaba en no salir de la realidad no enseñaba directamente a boxear?, y la respuesta de esa hora es la misma que la actual: ni realidad técnica exenta de espiritualidad, ni despertar espiritual con una expresión física fuera de la realidad!!, ambas manifestaciones no solo se pueden complementar sino que se potencian infinitamente al marchar en unidad.
Este tránsito por los senderos del instinto no solo producía en los alumnos un progreso espectacular sino que lentamente dejaba entrever el germen del estallido emocional, sin lo cual ¡¡jamás!! Podría cerrar el círculo de una verdadera preparación en la defensa personal y una exaltación del alma hacia la verdad!!!, y por primera vez en la historia del arte marcial las técnicas a más de precisión, potencia y velocidad, tenían belleza, armonía e intensidad y sobre las ruinas del milenario oscurantismo marcial emergía imponente la catedral de la belleza y la libertad!!!.
Esta irrupción de la poesía en la anquilosada aparatosidad marcial, esta revolución sin precedentes y sin igual, este desembarcar del Arte en las playas agónicas de la mediocridad, el 15 de mayo de 1975 se presentaba en sociedad con el nombre de Chaiu-Do-Kwan, (Camino de la Escuela Libre).
A partir de esta proclamación hay dos preguntas que reiteradamente tuve que contestar: ¿Ante tremenda transformación porque no opté por un nombre nacional?, ¿o bien qué necesidad tenía de enmarañarme en la liturgia del arte marcial oriental?, y mi respuesta fue, es y será: porque solo en este contexto el combate exterior es apenas la sombra de un gran combate interior!!!, porque solo en ese contexto el entrenamiento tiene sentido y despierta en el corazón las águilas dormidas del amor, porque fuera del arte marcial la técnica aunque efectiva NO ES MÁS QUE UNA PANTOMIMA VACÍA DE ESPIRITUALIDAD!!!.
O sea que siguiendo la vertical ascendencia con que a mí había llegado el arte marcial Chaiu-Do-Kwan se expresaba a través del HO SINSUL (técnicas de defensa personal), el IL SU DERION (técnicas de lucha a un paso), el HIONG (técnicas coordinadas) y el CHAIU-DERION (combate libre).
La evolución del arte marcial hacia las competencias deportivas devinieron en la pertinente reglamentación de estas expresiones y la universalización de nombres comunes, a saber: DEFENSA PERSONAL, EXHIBICIÓN, FORMAS Y LIGT CONTACT, FULL CONTAC Y KICK BOXING. Modalidades de competencia que entre otras son promovidas en todos los eventos de la Liga Mundial de CHDK.